Esta semana os voy a hablar de las crisis vitales, ¿qué os parece? Suena muy complejo, pero en realidad hace referencia a situaciones en las que la vida se nos pone temporalmente cuesta arriba y hace que nos tiemblen los cimientos. ¿Qué tipo de circunstancias pueden provocarlas?, rupturas de pareja, despidos, enfermedades u otras situaciones inesperadas de diferente gravedad.

Bajo mi punto de vista el problema empieza con dos premisas; en primer lugar, por retrasar el proceso de #aceptación, la última etapa del #duelo, aceptar que muchas veces las cosas son como son, no como nos gustaría que fueran, ni siquiera como deberían ser. Y, en segundo lugar, vivimos aferrados al concepto de #eternidad y a la #obsesión por la estabilidad y la baja #tolerancia al cambio y queridos, lo de “nada es para siempre” es una verdad como un templo nos guste o no.

Pero en esta ocasión, vengo con la intención de traeros la cara amable y práctica de las #crisisvitales y de las situaciones vitales estresantes.

En muchas ocasiones, dichas crisis vienen porque nosotros o nuestras circunstancias necesitábamos un cambio, era ya insostenible y de alguna manera nuestro propio organismo y la vida, el universo, la providencia o en lo que sea en lo que creáis, nos empujan a dar el paso, el paso hacia un giro inevitable, nos ponen por delante un cambio de rumbo que inicialmente lo viviremos con más o menos drama según la persona, pero con malestar asegurado, “me han despedido, ¿y ahora que voy a hacer?”, “lo he dejado con mi novio, nadie me volverá a querer igual”,me han diagnosticado una enfermedad, ¿por qué a mi?”.

Seguramente, la parte más comprometida de la publicación es la de la #enfermedad, la noticia de un diagnóstico. Muchas enfermedades, especialmente las #psicosomáticas, nos están diciendo algo: reduce tu nivel de estrés, deja salir tus emociones, cuídate un poco más. El problema es que no dedicamos tiempo a escuchar a nuestro cuerpo que se empeña en mandarnos señales que obviamos muchas veces: problemas de sueño, dolores musculares, tics, etc. Si lo llevamos al límite, el cuerpo seguirá mandando señales de alarma cada vez más intensas y en ocasiones, con consecuencias fatales. Por ello, lejos de la intención de asustaros, mi propósito es animaros a escucharos y captar las señales para poderles poner remedio a modo de prevención.

Ante otro tipo de circunstancias, cuando lo que teníamos se acaba, lo inicial y más humano que nos sucederá es la incredulidad y el enfado, luego vendrá la tristeza y la sensación de indefensión, de abismo, de “nada bueno vendrá después” y ahí está el error, las crisis, aunque inicialmente fastidiosas, son oportunidades de crecimiento personal, de aprendizaje, de evolución. Siempre vienen para dejar tiempo y espacio a cosas, circunstancias y personas nuevas y en la mayoría de los casos, mejores. Lo que teníamos no era bueno (o había dejado de serlo) y tocaba avanzar, pero el miedo a soltar nos impedía tomar la decisión.

Como al final de cada una de mis #publicaciones, mi #sugerencia (que no imposición) es que si os encontráis viviendo una situación de crisis le dediquéis tiempo y trabajo lo primero a pasar por las fases del duelo y llegar a culminar con la #aceptación lo antes posible, no es estanquéis en negar la situación o pretendiendo que se revierta, os generará más sufrimiento. Después, tratad de valorar las oportunidades de las nuevas circunstancias y, por último, si lo habéis intentado y no podéis solos, no dudéis en contar con un especialista.

¡Feliz Miércoles!

Ana S. Preysler

Psicóloga y Directora de Equidae

Nº de Col.: M-23895

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