De la ventilación emocional a la queja tóxica.

Ya estamos de nuevo en #septiembre y no sé que opinaréis pero para mí es el mes de la queja. En realidad cualquier mes es bueno para una buena charla donde ponemos nuestra vida a caer de un burro (muy humano) pero creo que es un mes que reúne más características propicias para regodearnos en lo miserable que es nuestra #vida: terminan las #vacaciones, la “#depre” #postvacacional, la vuelta el cole, la cuesta de septiembre (que riámonos de la de enero), la vuelta al #trabajo, este frío que se nos ha adelantado, huele a otoño,… ¡socorro!

Puede que estéis pensando que vaya ánimos os estoy dando pero es que mi intención con este post en realidad no es otra que despertar la conciencia una vez más y el “darnos cuenta”.

Nos pasamos el día #quejándonos por todo, desde asuntos importantes hasta detalles banales, haced la prueba, coged un día de queráis y tratad de daros cuenta de cuántas veces formuláis una frase o un comentario en tono de #queja: el #atasco, el compañero de trabajo al que no aguantamos, el cambio de #reunión, la señora que se cuela en el súper, que si hace #frío, que si tengo #sueño,… y, ¡no acabo!

Pero como siempre no todo debe ser blanco o negro, de ahí el título de este #post. Con la reflexión de más arriba no quiero decir que quejarnos no sea bueno, de hecho, en #Psicología existe la técnica de la #ventilaciónemocional, la utilizamos durante la #terapia y consiste en identificar y expresar las #emociones que nos oprimen y sienta de maravilla, porque las emociones no canalizadas nos enferman.

#Reconocer y #compartir nuestras emociones, contar lo que nos ha sucedido a alguien que nos sepa escuchar es un lujo y francamente #beneficioso. Lo que se convierte en tóxico para uno mismo y para las personas que nos rodean es la queja permanente por todo, la negatividad generalizada y la insatisfacción constante, ese tipo de persona que protesta por todo y que nada termina de ser suficiente o suficientemente bueno.

#Actuar y #pensar de este modo consume mucha energía y lo peor, deja un poso de #amargura y desazón porque suelen ser comentarios que nos llevan a callejones sin salida, afirmaciones rotundas sin posibilidad de que lo que nos está pasando tenga solución, frases pesimistas llenas de “siempres” y “nuncas”.

Para #corregir esto lo primero es parar y darnos cuenta de si somos propensos a hacerlo. Una vez lo hayamos identificado toca trabajar primero el #filtro, vamos a intentar no verbalizar en voz alta tantas quejas y después, si mi intención era formular un comentario en tono de queja, parar y pensar como lo puedo reformular en un formato menos #pesimista porque lo del vaso medio lleno o medio vacío, aunque suene a tópico, es verdad.

Si yo llego a casa después de una jornada y me preguntan: “¿Qué tal tu día?”, seguro que en 12-14 horas me han pasado cosas buenas y cosas malas, si solo me fijo en lo malo del día contestaré que “un asco de día” o “pues nada cariño, la misma mierda de todos días” (perdón por lo de mierda… dos veces).

Tratemos de fijarnos un poco más en la parte buena de las situaciones que vivamos y si no tiene nada especialmente bueno, tratemos entonces de hacer dos cosas:

1. Buscar una solución, no quedarnos en bucle en lo que no nos gusta, ¡muévete, promueve el cambio!

2. Si no tiene solución, trata de no regodearte en la queja (iba a usar otra vez la palabra mierda…perdón otra vez), no sirve para nada y además nos carga de toxicidad como una gran nube negra que se pone encima de nuestras cabezas y nos acompaña allá donde vamos haciéndonos ver todo cada vez más sombrío.

Para mi con Septiembre empieza un nuevo año y como tal, los #nuevospropósitos. Os animo que a cultivéis el propósito de limitar las quejas insustanciales y ya veréis como vuestro estado de ánimo y vuestra #energía cambian.

¡Feliz día!

Ana S. Preysler

Fundadora y Directora de Equidae

Psicóloga Col. Nº 23895

Sigue leyendo en esta categoría...